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ACABADOS DEL ALUMINIO: LOS 2 TIPOS MÁS USADOS

Los productos fabricados con perfilería de aluminio, dentro de los que destacan las puertas y ventanas, cuentan con muchos beneficios a nivel de resistencia y durabilidad. Esto se debe, en gran parte, a las propiedades físicas y mecánicas de la aleación empleada en la manufactura de los perfiles. Ahora, ¿Qué pasa a nivel estético?

En el siglo XX, con el auge de la carpintería metálica, de la cual hablamos con mayor detalle en esta entrada, se popularizó el uso del aluminio para la fabricación de elementos empleados en casas y edificios. Pero, en un principio, el color final de una puerta o ventana de aluminio estaba limitado. Se disponía sólo del característico color gris-blanco que traía la aleación por defecto. Además, la superficie de estos perfiles quedaba expuesta y recibía todo el contacto con el exterior.

Lo anterior hizo necesario el estudio de técnicas que permitieran ampliar la gama de colores disponibles para estos productos. Esto, al mismo tiempo sin comprometer la superficie del material base y de manera adicional, dotarlo de una capa protectora ante agentes externos.

En esta entrada, te vamos a enseñar todo lo que necesitas saber sobre los acabados del aluminio y la variedad de texturas y colores disponibles.

¿QUÉ ES EL ACABADO SUPERFICIAL?

El acabado superficial es el estado visible en el que se encuentran las caras de cualquier objeto al momento de ser manufacturado. En términos generales, está asociado principalmente con la estética del mismo, pero involucra también a nivel ingenieril la parte mecánica.

Todos los productos que existen cuentan con un acabado superficial. Cuando un perfil de aluminio sale del proceso de manufactura, en su superficie quedan rastros característicos asociados a las tareas de mecanizado, extrusión o fundición. Dentro de los más comunes están la rugosidad, la textura y a nivel estético el color final. Dependiendo de la aplicación a la cual se someterá el perfil, es necesario aplicar tareas de desgaste en la superficie, para eliminar impurezas, concentraciones de esfuerzos y cualquier otro problema mecánico. Pero, a nivel estético y de protección del material, esto no es suficiente para garantizar mayor durabilidad y buena apariencia en el perfil.

Para el caso del aluminio y sus aleaciones, existen procesos para generar acabados superficiales que logran dos objetivos principales: ampliar la gama de colores disponibles para los perfiles y garantizar texturas de calidad superior. Lo anterior, va de la mano con la característica protectora de estos acabados, que sirven para proteger el material y alargar la durabilidad y resistencia a condiciones medio ambientales adversas.

TIPOS DE ACABADOS DEL ALUMINIO

Definir los tipos de acabado que pueden aplicarse en los perfiles de aluminio depende principalmente de tres factores: color, textura y capacidad de protección. Existen técnicas que sólo garantizan el cambio de color (como en el caso de la pintura tradicional), que sólo permiten el cambio de la textura (mediante desbaste o lijado) o que sólo protegen el material (en el caso de productos aplicables para el mantenimiento y la limpieza).

A continuación te presentamos los tipos principales de acabados superficiales que existen en casi todas las puertas y ventanas de aluminio en la actualidad. Si bien existen más técnicas y acabados, estos son los más representativos ya que cumplen con los 3 factores que acabamos de mencionar:

1- Lacado

El lacado es una técnica para el recubrimiento de superficies que consiste en la aplicación de pintura en polvo de forma electrostática. Ahora, ¿Qué significa esto?

Con el método de pintura tradicional, aplicamos una capa líquida del color que deseamos y esta se adhiere en la medida que se seca en la superficie. El inconveniente con este método, es que la adherencia no es tan fuerte y luego del secado resulta relativamente fácil remover la pintura del aluminio.

Mediante el lacado, el proceso es distinto. Se atacan la superficies a pintar para remover el óxido natural de protección del aluminio y luego se impregnan las mismas con un compuesto para favorecer la adherencia. Esta adherencia se da por atracción de cargas, ya que las superficies se cargan de forma negativa y la pintura en polvo está cargada de forma positiva.

De esta manera, la capa de pintura se distribuye uniformemente en todas la superficies y las fuerzas de unión entre estas y el aluminio son, en teoría, irrompibles.

2- Anodizado

El anodizado va un paso más allá que el lacado, ya que no solo sirve para darle color a las superficies y brindarles un nivel de protección alto, sino que además se compenetra con el material y ocupa el lugar de la capa protectora ante la corrosión que este trae por defecto.

Los perfiles de aluminio se someten a una corriente continua para que actúen como ánodos y se sumergen en un ambiente ácido controlado. A continuación, se empieza a formar una capa protectora contra la corrosión que varía de espesor dependiendo del tiempo sumergido y las condiciones finales deseadas.

Este proceso para la generación de acabados del aluminio es versátil ya que permite la adherencia de color y la generación de una gama variada. De forma adicional, al ser una capa uniforme, se genera en cualquier superficie, no solo en las lisas. Esto permite generar perfiles con surcos y marcas especiales con un tono uniforme.

¿Cuál acabado elegir?

A nivel general, las diferencias entre el lacado y el anodizado son pocas. Son casi inexistentes si las condiciones medioambientales a las que se someterán los perfiles son estándar. Pero, cuando hablamos de ambientes particulares, como zonas costeras o ciudades con cierto grado de contaminación, todo cambia.

Para estas zonas especiales, los perfiles anodizados son los más recomendados, ya que la protección superficial es mayor bajo estas condiciones medioambientales. Para el resto de zonas, residenciales o con ambiente controlado, los perfiles lacados son suficiente. La elección de un tipo u otro queda en manos del diseñador y del proyecto en ejecución.

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